Te confieso que logré olvidar
tus palabras lisonjeras, llenas de azúcar…
versos… poemas… cantares…
en cada madrugada fresca y soñolienta.
Olvidé
tu compañía tibia en las tardes de junio
en que con esmero desempeñabas tu papel:
seductor de oficio; de profesión “amante”.
sonrisas… susurros… besos…
Olvidé
sí… esos largos ocasos mirando nacer la luna,
y bañados en su blanca luz… soñar;
que nunca habría olvido porque “eres especial”
rosas rojas… serenatas… hogar…
Olvidé
los instantes de incomparable intimidad
después del grato placer del amor,
hoy quedaron ocultos entre la sombra
que se va agrandando en mi alma.
Te confieso que logré olvidar
el sabor de tus labios embusteros,
que recorrían mi piel erizada,
y el temblor que acompañaba su contacto.
Todo se acabó dentro de la ausencia…
todo se hizo silencio en mi vida…
todo fue un mal sueño de amor…
todo quedó trunco sin tu adiós.
Olvidé que un día me amaste… sí, me amaste!
olvidé que un día te amé, no lo niego;
nos amamos…nos entregamos… y juramos,
como todos los amantes, nos juramos!
Hoy, te confieso que logré olvidar
Ninfa Duarte
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